Todas las mañanas al levantarse Beatriz, lo primero que hacía era lavar sus viejos dientes, se miraba al espejo y se repetía a sí misma que nadie podía ser mejor que ella… pero el espejo no alcanzaba a reflejar su fealdad interna, debía darse prisa pues en ese laboratorio siempre encontraba a quien cobrarle los agravios que la vida le debía, tal vez esas largas horas en el trabajo la convertirían en lo que nunca pudo ser…mujer de ciencia pero con el paso del tiempo sólo se transformaba en una caricatura, sus peroratas aburrían a cualquiera que tuviera que escucharla.
Antes de salir de su casa maquillaba su identidad, después se colocaba el mismo disfraz feminista, para cubrir sus carencias afectivas y su incapacidad de amar.
Su vergüenza de saberse despreciada por su padre la hizo construir un ego, tan grande como su infelicidad.
Los años la consumieron, nada cambió en ella solo su gran cabeza se llenó de canas lacias y opacas, su único legado la abandonó, sus pies se volvieron inútiles por cargar tanto desprecio, nunca pudo recordar cuando perdió la humedad que alguna vez la hizo sentirse viva, sólo se asumió seca…
Alicia.