
Los caciques priistas del norte de la entidad poblana, durante el presente proceso electoral hicieron una vez más su agosto.
Los Márquez, los Lastiri, los Rivera y los Soto, pusieron a familiares, compadres, amigos y parejas sentimentales en las candidaturas a diputados locales, federales y presidencias municipales.
Los municipios más afectados por las ambiciones de los “señores feudales” fueron Zacatlán y Chignahuapan, en donde José Luis Marquez y los hermanos Saúl y Lorenzo Rivera, se quedaron con las alcaldías y la diputación federal.
Así, Luis Márquez Lecona y su padrino Pepe Márquez, buscan realizar lo imposible, ganar el ayuntamiento del pueblo de las manzanas, de la mano también de Juan Carlos Lastiri, misión francamente imposible por los bajos números que registra el PRI en todo el país.
En tanto, los amos del caciquismo de la zona, los Rivera, buscan que uno más de sus vástagos se quede con la diputación federal, Enrique Rivera, quien realizó un pésimo trabajo en el ayuntamiento de Chignahuapan, en donde la falta de sensibilidad y la prepotencia, fueron el sello en más de tres años de gobierno.
Por su parte, otro viejo lobo del caciquismo, Leobardo Soto, para no desentonar con su partido, impuso a su hijo y a su pareja en candidaturas plurinominales, además de imponer a Delfina Pozos Vergara en la candidatura a la diputación local por el distrito de Zacatlán.
De esta manera el PRI del siglo pasado, se verá sepultado de una vez por todas en una zona que alguna vez fue su bastión. El primero de julio, los caciques tricolores perderán y con ello se terminarán, estos grupos de poder que tanto han sangrado a los serranos.
Y como decía mi compadre Manolín: “Fíjate Que Suave”