

Chilchotla, Pue.-Una nueva tragedia viste de luto a Puebla; luego de la explosión en una zona rural dando como resultado la muerte de 14 personas, entre ellas once menores, apenas cinco meses después de un accidente similar.
El gobierno estatal ha explicado que los vecinos del pueblo de San Isidro, situado en el municipio de Chilchotla, estaban festejando, con el traslado de su santo con fuegos artificiales, de cara a la fiesta patronal del 15 de mayo. Uno de los fuegos cayó dentro de una casa donde se almacenaba material pirotécnico a usarse el día de la celebración, lo que provocó una explosión que derribó el techo de esta vivienda.
Nueve personas murieron en el lugar y otras cinco en distintos hospitales a los que fueron trasladados. Se cree que varias de las víctimas son familiares, pues comparten el apellido, de acuerdo con la lista de los fallecidos. Entre los 22 heridos que también provocó el accidente hay tres niños -que se encuentran graves-.
El jefe de la oficina del gobernador, Javier Lozano, reconoció la muerte de la mayoría de las personas por el derrumbe de la estructura en la que se encontraba, enterrada; mientras tanto, el presidente Enrique Peña Nieto extendió por Twitter sus «condolencias para los familiares y vecinos de quienes perdieron la vida en el trágico accidente».
Por otra parte, el secretario general del gobierno de Puebla, Diódoro Carrasco, sostuvo que la producción y venta de fuegos artificiales está perfectamente regulada y que existe un sistema de coordinación regional y estatal de protección civil que permanente está dando cursos, protocolos y supervisiones sobre cómo usar este tipo de material.
“Es muy difícil revisar y vigilar las casas de todo el estado, y más en comunidades en la sierra que tienen esta tradición y que tienen un programa intenso de fiestas patronales”
San Isidro es una pequeña localidad pobre que no tiene más de 40 casas, prácticamente aislada y a la que se accede por una paupérrima carretera. Sus habitantes se dedican principalmente a trabajar la tierra. La noche del lunes se reunieron para trasladar a su santo justo una semana antes de la fiesta patronal, tal y como es tradición en muchos municipios. Tras la explosión, el lugar quedó resguardado por el Ejército, personal de la fiscalía y funcionarios estatales. Ambulancias de terapia intensiva y varias unidades de atención y socorro también se desplazaron hasta el pueblo para atender a los heridos.
El gobernador de Puebla, Antonio Gali Fayad, ordenó a las autoridades atender heridos y otorgar todo el apoyo necesario a la población de San Isidro. Entre las medidas tomadas, el gobierno estatal entregó ataúdes a las familias de las víctimas, autorizó la construcción de un panteón y envió agua y alimentos.