La corteza prefrontal, área del cerebro que controla las funciones cognitivas, incluyendo la previsión de las consecuencias a largo plazo y el control de los impulsos, el juicio –en síntesis-, es lo último en madurar en este órgano, afirmó José Ramón Eguibar Cuenca, investigador del Instituto de Fisiología de la BUAP.
Durante su participación en la XII Semana del Cerebro, realizada en la Unidad de Seminarios, en Ciudad Universitaria, el también director de Investigación de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la BUAP, señaló que la corteza prefrontal juega un papel clave en el comportamiento social, la empatía y la interacción con otros individuos. Además, en ella residen algunos rasgos de la personalidad. Por lo tanto, mediante ciertos estudios se comprobó que este órgano madura a la edad de 21 años.
En el caso de la empatía, abundó, es una propiedad del cerebro que se define como la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar y respondiendo correctamente a sus reacciones emocionales.
De igual manera, expresó, en el cerebro se centran las adicciones o acciones que causan placer, como la comida, drogas y sexo. De ahí que la búsqueda y consumo compulsivo de sustancias recaiga en una dependencia de las mismas, ocasionando pérdida del control, uso a pesar del daño, desarrollo de tolerancia y síntomas de abstinencia.
Tras comentar la importancia de estudiar las enfermedades del cerebro, puesto que estas no matan, pero implican tratamientos largos y costosos, a la par de dejar incapacidades permanentes, Eguibar Cuenca precisó que este órgano pesa 1.4 kilogramos, dependiendo de la edad y sexo de la persona. Tiene 100 mil millones de neuronas y otras 900 millones de células de soporte y defensa.
La luz azul inhibe el sueño
En 2001, un grupo de investigadores de la Universidad Thomas Jefferson de Filadelfia, apoyados por la NASA, descubrió que la luz azul –la cual está presente en la mayoría de los celulares y tabletas electrónicas- era un fuerte supresor de la melatonina, considerada la hormona del sueño, porque esta iluminación activa la hormona de cortisol y, por ende, el funcionamiento del organismo, informó María del Carmen Cortés Sánchez, académica del Instituto de Fisiología.
Esta luz artificial, dijo, influye en la regulación del sueño-vigilia, suprime la secreción de melatonia, altera el estado de ánimo, las funciones cognitivas y contribuye a la fatiga. Además, existen daños a la retina por la exposición prolongada a este tipo de luz.
En su conferencia “La hormona del sueño: la melatonina”, la académica abundó que en una encuesta realizada en Estados Unidos, el 80 por ciento de los adolescentes y jóvenes adultos usó teléfonos celulares en las horas previas a dormir.
Cortés Sánchez, especialista en trastornos del sueño, indicó que al modificarse el ritmo de melatonina, también se altera la resistencia a la insulina, existe una deficiente respuesta inmune y trastornos del sistema reproductivo, entre otras consecuencias.
La melatonina se produce en diferentes concentraciones a lo largo del día, pero alcanza su rango máximo a medianoche. La falta de luz e iluminación incide en su liberación.
“Nuestro ritmo biológico se activa por los periodos naturales de luz y oscuridad, produciendo diferentes hormonas y funciones fisiológicas en sincronía. Uno de ellos es el sueño”. De ahí que la exposición a la luz altere los estados del sueño y, por ende, el reloj biológico, concluyó.