Como cada año, desde 2008, el próximo 2 de abril, se conmemora el Día Mundial de concienciación sobre el autismo, una condición por la cual miles y miles de personas a nivel global son discriminadas y relegadas de un pleno desarrollo e inclusión social.
Los Trastornos del Espectro Autista (TEA), comúnmente llamados “autismo”, son un grupo de desórdenes neurobiológicos en el desarrollo, que se caracterizan por dificultades en la interacción social y la comunicación, así como por intereses y actividades repetitivas y restringidas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la incidencia del autismo en el planeta es de un caso por cada 160 nacimiento, sin embargo se debe tener presente que existen variaciones muy importantes en cuanto a las cifras de diversos estudios a nivel global.
Tan sólo en México la incidencia es de uno por cada 115 niños. En este sentido, se estima que casi un 1% de todos los niños y niñas del país, alrededor de 400 mil, tienen esta condición.
Incluso, desde el 2013 el autismo está entre las primeras cinco causas de consulta psiquiátrica infantil en el país, que ha pasado de ser una simple cifra en los informes oficiales a un importante problema de salud pública en México.
Especialistas consideran que el crecimiento de estas cifras en fechas recientes se debe a que actualmente existen mejores herramientas de detección, así como a un mayor número de profesionistas que pueden realizar un adecuado diagnóstico.
Dentro de los principales mitos que necesitamos derribar para afrontar de manera correcta el reto que representa en la sociedad la alta incidencia de casos, se encuentra el tener presente que el autismo no tiene cura porque no es una enfermedad, sino una condición humana permanente que mejora con la intervención temprana y la disminución de las barreras sociales.
De esta misma manera es preciso destacar que no existe un diagnóstico exacto sobre las causas de esta condición y por lo tanto no se puede prevenir, pero la comunidad científica coincide en que existe una predisposición genética que puede combinarse con factores ambientales, por eso incluso se refiere que el autismo es una condición congénita.
Otro de los mitos que hay alrededor del autismo, es creer que las personas con esta condición no tienen emociones o no las pueden expresar, sin embargo esto se debe a que lo hacen de manera diferente a como estamos acostumbrados, pero es un hecho que son seres humanos como cualquier otro, capaces de amar, sentir, expresarse y tener empatía.
Es así que es muy importante tener presente que los niños y niñas con autismo no son necesariamente berrinchudos ni agresivos, tampoco todos tienen talentos limitados o excepcionales. Solamente el 0.5% de las personas con esta condición tienen el síndrome de savant o genialidad, es decir de contar con habilidades extraordinarias relacionadas con la memoria, el arte y las matemáticas.
Asimismo, es preciso tomar en consideración que si bien los TEA varían significativamente en carácter y gravedad, se producen en cualquier raza, cultura, así como en todos los niveles socioeconómicos, e incluso en ambos sexos, aunque ciertamente los hombres tienen cuatro veces más probabilidades de presentarlo que las mujeres.
Lo importante es realizar un diagnostico temprano, preferentemente antes de los tres años, para que pueda hacerse una intervención con la terapia adecuada y brindar una mejor calidad de vida a quienes tienen esta condición.
Hoy sabemos que la falta de información, así como de concientización sobre el autismo ha provocado la exclusión y estigmatización de quienes viven con este trastorno, lo cual he podido palpar en mi entorno más cercano.
Sé, desde mi propia experiencia, los enormes retos que implica para los niños que nacieron con esta condición y también para su familia. Por ello en este Día Mundial de concienciación sobre el autismo, quiero hacer un llamado a toda la sociedad a no solo conocer más del tema, sino también a levantar la voz para que existan más políticas públicas encaminadas a lograr para ellos una mejor calidad de vida.
Hagamos equipo para derribar las barreras de lo que los estigmatiza y para lograr la construcción de puentes que nos permitan la visibilidad, inclusión y participación de las personas con autismo en la construcción de una mejor sociedad. Hoy, más que nunca, los necesitamos.